lunes, septiembre 29, 2008

Réquiem por un Modelo



(Por Cristian Ozaeta)

Hemos llegado al final de una era. Un optimista y melancólico compañero, decía, emocionado, “¡Por fin tenemos la mesa limpia! La historia nos lo debía”, refiriéndose a que el colapso financiero del Imperio y sus repercusiones ideológicas, les devolvía la palabra a los socialistas que, silenciados por el derrumbe del llamado socialismo real, tuvieron su desquite veinte años después, al derrumbarse Wall Street y por ende, el emblema del capitalismo a ultranza basado o inspirado en las ideas neoliberales económicas.

Si el colega tiene razón y ni el socialismo real (URSS y demás miembros del bloque), ni el capitalismo radical, llamado también neoliberalismo económico, han sido las respuestas idóneas para la vida humana mundial, ¿entonces qué viene ahora?

Yo le apuesto, naturalmente, al llamado Socialismo del Siglo XXI. ¿Y qué es eso?, precisamente por eso le apuesto, porque es un concepto, un sistema, un modelo en construcción. Si la dialéctica dicta la lectura de la realidad constante y en base a ella, la respuesta, eso es el socialismo del siglo XXI, alimentado, tanto más incluso, de ésta catástrofe financiera que tiene como actores principales a Merril Lynch; Lehman Brothers, Bear Sterns; Fannie Mae; Freddie Macy y American Internacional Group (AIG).

Eso sí, pienso irrevocablemente que sin importar las herencias ideológicas de los nuevos modelos por construirse, éstos sólo tienen una vía posible diferencial al resto: la participación. El nuevo o los nuevos modelos deben ser construidos desde lo participativo, con esto me refiero a no hacer “modelos teóricos de escritorio”, incluso, basados en la venganza ideológica. No creo que sea el camino.

Si algo podemos haber aprendido de la historia pasada y reciente, es que la “aplicación” de recetarios simplemente no es funcional, ni real, ni operativa, ni ética, ni siquiera posible. Hay que leer, como grupos sociales, todos, la realidad para proponer los caminos de la transformación, pero, desde la verdadera vía democrática, participativa, ciudadana. Que al final de cuentas son valores y principios que caben tanto dentro del capitalismo como del socialismo, como vástagos del mismo tronco que son: el pensamiento filosófico político liberal. Cada quién se adueñó, interpretó y explotó a su manera dichos principios que en sí, caducaron el ancien regime y dieron vida al mundo moderno tal y como lo conocemos.

Sin embargo hay nuevos factores en el mundo contemporáneo, que le dan una resignificación operativa a los conceptos de libertad, igualdad, ciudadanía, democracia, república y fraternidad.

Me refiero a las puertas que abre la tecnología. Para nadie es un secreto que el mundo de hoy es mucho más estrecho que el de antes. Tecnologías como los teléfonos celulares, los sistemas satelitales o el mismo Internet, le han cambiado la cara a las relaciones cotidianas sociales más apresuradamente que cualquier revolución en la historia del mundo. Ahora bien, por ser simplemente “medios”, siguen estando éstos en manos de quien los dirija o manipule. Así, existen por ejemplo compañías como Telefónica o Claro, que respondiendo a un mismo modelo económico y político, tratan de monopolizar el servicio con el uso de dichas tecnologías. Es el caso también de Microsoft.

Pero, sacando o utilizando esta tecnología en otra vía, no la capitalista salvaje, nos puede dar increíbles y aun no conocidas ventajas. Por ejemplo, “Linux” la alternativa viable para sistemas operativos. “Google”, el gran buscador. La tecnología “Wiki”, como Wikipedia, la gran enciclopedia del conocimiento colectivo. “Youtube”, la imagen de todos, compartida por todos. Etcétera. Etcétera.

Si le apostamos a un nuevo modelo, construido con su sal y pimienta desde cada realidad y con la participación individual y colectiva de cada grupo social, estamos hablando de recuperar la libertad, la igualdad, la participación, la democracia, la ciudadanía y la fraternidad. Pero si lo hacemos de la manera tradicional, volvemos al centralismo elitista de uno y otro modo.

En cambio, si formamos métodos participativos en donde la misma tecnología sea una palanca de fuerza dinámica, y si ésta es el engranaje de cada organización social de base, entonces, tendremos otra cara para cambiar el mundo injusto, discriminador y excluyente, aunque sea y para empezar, por el mundo inmediato cercano.

No se entiende lo mismo, por ejemplo, hoy en día, por libertad de expresión, cuando se tiene el acceso a la “comunidad blogera”. Cada quien tiene el acceso a publicar y hacer partícipe del universo, de lo que piensa, sabe y opina.

Un nuevo modelo de escritorio, no. Uno participativo y realmente legítimo, sí, ayudado por las herramientas que nos marcan la época.

jueves, septiembre 11, 2008

La Alienación de Conciencia Priísta, modelo de cómo hacer Patria para el Guatemalteco

Por Cristian Ozaeta C.


¡Es temporada de Independencia!, los edificios públicos se ornamentan con telas de manta rectangular en sus pechos escindidos, con orgullo y dignidad. La prensa se pliega en patrio ardimiento a rememorar las azarosas hazañas de los constructores de la patria, de los padres de la nación, de los próceres de la independencia, de los que imaginaron el país.

Bien hacen en rememorarlos y otorgarles tal ostentosa pompa y algarabiílla, después de todo, a ellos les deben todo lo que hoy son y todo lo que hoy tienen. No voy a hablar mal de Ellos, los padres, porque después de todo, lograron fundamentar con buena piedra la base de la sociedad que imaginaron. Construyeron su patria, la del criollo; procrearon su nación, la blanca, castellana, americana, culta, educada, desarrollada, liberal pero también conservadora; construyeron la sociedad que imaginaron, esa que llamarían Guatemala, hicieron patria, si, hicieron país, si. Al final de cuentas los que se quedaron sin patria fueron los Otros.

El ser criollo no es cuestión de heritaje racial, ni siquiera étnico, es de atributos privilegiados sociales, económicos y políticos de grupo, que se ejercen sobre el detrimento del otro. Es así como desvistiéndose de la parafernalia ornamental, sin banderitas en el vidrio del carro, sin recordar el himno adoctrinado y memorizado, viendo al quetzal como esa fotografía del recuerdo… entonces para hacer patria sólo me queda la selección de fútbol con su playera azul y blanco.

¿Hacer patria es vanagloriar símbolos? ¿Hacer patria es crear una supraconciencia del “deber ser”, pero sobretodo del “deber aceptar”? El Partido Revolucionario Institucional de México (otrora ostentor de la llamada dictadura perfecta) se llevó años creando esa identidad mexicana tan admirada por su vecino campesino del sur, en donde no hay nada malo, todo está bien, es cuestión de patria, es cuestión de sacrificio (el tuyo). Cualquier cosa que salga mal, no importa, es por la patria, un nivel más elevado de significante, superior a mí mismo, superior a mi familia, superior a mi colectivo. Esa es la patria de los medios, la patria del contenido vacío pero ante todo, del simbolismo ajeno.

¡Si! el grupo de personajes, industriales, intelectuales, hacenderos y militares, dueños de los medios de producción (y de comunicación también), hace casi dos siglos imaginaron la nación: ¡Si! sus herederos liberales tuvieron a bien crear la patria. A fuerza de trabajo forzado, a fuerza de capital extranjero, a fuerza de explotación. ¡QUIÉN SE ATREVERÍA A DECIR ENTONCES QUE LA PATRIA NO SE HA HECHO CON SUDOR Y SANGRE!

Pero eso si, no ha sido ni el sudor ni la sangre criolla la que ha hecho su patria, eso lo han puesto los sin patria. La patria del criollo se yergue sobre montículos de dolor y desesperanza, de humillación y explotación, de muerte y tortura, de aprovechamiento y canibalismo social del hombre sobre el hombre, del criollo sobre el indígena, del terrateniente sobre el campesino, del oligarca sobre el obrero, del poderoso sobre el “nadie”.