Las campañas (aún las de temas sociales) son una buena
herramienta para “hacer imagen positiva” de alguien. Así, vemos campañas
publicitarias, campañas políticas y hoy en día, poniéndose cada vez más de moda
en Guatemala, las campañas sociales. Estas últimas dirigidas a enfatizar o “visibilizar”
un asunto o problema durante uno o dos días, unas semanas o un mes quizá… dejando
claro que en ese pequeño lapso de tiempo, con cosas sencillas (pensar positivo,
sentí orgullo de ser guatemalteco, subir un volcán, etc.) se está trabajando y
aportando para resolver el problema.
Ya que se habla que se trata de herramientas para crear
una imagen positiva, en Guatemala, los sectores de poder económico se han
enamorado de esta manera de hacerse una imagen agradable ante una población que
cada vez está más pobre a causa de los privilegios estructurales de los cuales
han gozado. Para comprender mejor esto, es necesario recordar que Guatemala es
uno de los países con mayor inequidad del continente, donde pocas familias
poseen casi la totalidad de los
recursos, mientras el resto de la población debe consolarse con lo poco que
queda.
Todo ello, ocasiona una serie de problemas graves
especialmente en la población rural e indígena, en donde se localiza la mayor
parte de personas que viven en pobreza y extrema pobreza. Muestra de ello son
los altos porcentajes de niños y niñas que sufren de desnutrición crónica en
estos territorios. En otras palabras, se habla de población guatemalteca que
sufre hambre.
Los sectores poderosos económicos, se han negado a
reconocer históricamente las causas estructurales de la pobreza que agobia a la
mayoría de guatemaltecos, negándose a perder privilegios ganados aún a costa de
la sangre de pueblos enteros tal como ocurrió en su alianza establecida con los
aparatos represivos del Estado durante el Conflicto Armado Interno.
También se han negado a cambios profundos en la tenencia
de la tierra, en el desarrollo rural, en legislación laboral, etc. Todo ello
sigue manteniendo el problema de la pobreza y por lo tanto, del hambre en
Guatemala.
Hoy, de la mano de las “campañas sociales”, los sectores
económicos de poder, se han propuesto lavarse la cara frente a esa población a
la que tienen sumida en la pobreza y hacerse una imagen agradable mostrándose
preocupados por el hambre que sufren las familias guatemaltecas. Especialmente
se han dedicado a “vender la idea” que “todos podemos hacer algo” (sin pensar
en cambios profundos y estructurales) para “acabar con el hambre” en
Guatemala. Es así, como sus especialistas
en imagen han inventado la campaña “Despertemos Guatemala”, en el marco del “Pacto
contra el Hambre” impulsado por el gobierno del militar Otto Pérez Molina.
Dicha campaña, siguiendo con la lógica de la
superficialidad, se enfoca en que “10,000 jóvenes pasen una noche en el hogar
de una familia que padece desnutrición crónica”, con el fin de concientizarles “sobre este problema que causa miles de
muertes, también permitirá que a estas personas necesitadas se les entregue una
despensa para ayudarles en los periodos más críticos de escasez de alimentos”.
La idea principal es que para acabar con el hambre en este país “todos tenemos
algo que dar” (http://mundochapin.com/2012/03/2012-despertemos-guatemala-pacto-contra-el-hambre/4977/).
Cuando hablamos de que “todos tenemos algo que dar”, se
refiere a visitar a estas familias con niños y niñas que sufren de desnutrición
y dejarles un poco de comida. Pero, ¿qué hay de atacar las verdaderas causas
del hambre en la población guatemalteca? Esas que tienen que ver con la injusta
distribución de las riquezas del país: la mayor parte de la tierra productiva
está en manos de empresarios dedicados a la exportación de azúcar, producción
de palma africana o café. Las tierras que le quedan a los campesinos pobres son
las menos productivas, las laderas y las que tienen menos nutrientes. ¿Cómo
acabar con el hambre si no se da un cambio profundo? Cuando ni siquiera se quiere aprobar la Ley
de Desarrollo Rural, por las mismas instrucciones que los sectores
económicamente poderosos le dan a sus diputados.
Ante estas acciones, es lógico pensar que se trata de una campaña más que
busca presentar una imagen positiva de un sector que se opone a acabar con las
verdaderas causas del hambre en Guatemala. Y por otro lado, como toda campaña
de este tipo, le dice a los ciudadanos que “todos somos responsables” del
problema. Pero que, para sentirnos mejor, podemos “hacer algo”, “dar algo”,
como por ejemplo: ir a la casa de una familia que sufre desnutrición a convivir
con ellos dos días y dejarles un poco de alimentos.
¿No se trata de una nueva modalidad de turismo desde los
centros urbanos? ¿Un turismo de caridad?
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